Cada 20 de Setiembre es una oportunidad para que los librepensadores del mundo se encuentren para desarrollar actividades que van desde lo académico y cultural hasta sencillas ofrendas florales. Y lo hacen unidos fraternalmente en homenaje a un personaje de la historia que es universal: Giuseppe Garibaldi.
Hoy, en decenas de ciudades de decenas de países, al pie de monumentos alusivos o simplemente en plazas o lugares públicos, hombres y mujeres libres recuerdan al «Héroe de Dos Mundos» a 140 años de su pasaje a la inmortalidad, poniendo de relieve lo que representó Garibaldi en la historia de la libertad de los pueblos y de los ciudadanos, pero también resaltando su llamativa actualidad.
Efectivamente, este año se cumplen los 215 años del nacimiento, como los 140 años del fallecimiento de Giuseppe Garibaldi. Pero nosotros, los librepensadores además, celebramos esta fecha del 20 de setiembre como una de las más emblemáticas vinculadas a los ideales de libertad que Garibaldi levantó siempre durante toda su vida y en toda circunstancia. Pues, es un hecho significativo en la historia que justamente este día, pero en el año 1870, a través del episodio bélico conocido como la “Brecha de la Porta Pia” las fuerzas patrióticas italianas tomaron Roma, dándose así un paso trascendental para la unificación italiana. Garibaldi, personalmente, no estaba presente, pero sus ideales lideraban esas luchas y fueron combatientes inspirados en esos ideales quienes realizaron esa hazaña.
Pero, ese episodio bélico fue mucho más allá que posibilitar la unidad de la península itálica. La historia toma en cuenta que ahí se terminó asimismo con el último bastión en occidente, de lo que se conocía como “Estados de derecho divino”, es decir, regímenes políticos basados en el gobierno de la religión, católica en particular.
Y al vencerse el dogma religioso como instrumento político de gobierno, se lo empezó a conocer como el Día de la Libertad de Pensamiento, o Día del Librepensamiento. Episodio entonces que – simbólicamente – abrió paso a la lucha por la separación de los estados y las religiones, a estimular el pensamiento laico, y a consolidar los conceptos para la existencia de estados y regímenes políticos democráticos.
Y esto, tan sustancial, y tan de actualidad aun, es lo que ha unido para siempre a Garibaldi con las luchas por la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento y la libertad de expresión, condiciones básicas sobre las cuales puede pensarse la construcción de una sociedad más justa, más igualitaria, más tolerante, más pacífica, en suma más humana.
Hoy, como librepensadores del siglo XXI, un siglo con complejidades nuevas, y un horizonte incierto para la Humanidad, donde muchas veces podemos ver el desánimo y la incertidumbre adueñarse de las conciencias, debemos, sin embargo, tener claro nuestro pensamiento y es que si la construcción del futuro pasa por la unidad de la humanidad, por la libertad y por la justicia, no necesitamos mucho más que beber de las fuentes garibaldinas, para reencontrarnos con el estímulo y el coraje necesarios para continuar trabajando en la edificación de un mundo nuevo.
Y por causa, pues, los valores que Garibaldi siempre exhibió, son ejemplo de su modernidad, y se constituyen en una fuente de inspiración muy potente para todos quienes desean hacer algo para mejorar nuestro mundo actual, y proponerse avanzar hacia el futuro.
Vale la pena detenerse en algunos de ellos. Por ejemplo, la Unidad.
I) Garibaldi luchó empecinadamente por unir su pueblo, fragmentado, ocupado por el extranjero, dominado. Resignó todo por la unidad italiana. Y toda su lucha lo llevó por ese camino, aun teniendo que enfrentar la adversidad de los localismos y los espíritus estrechos. Por la unidad de su pueblo, postergó – en ocasiones – algunos de sus más caros ideales.
Hoy a nosotros nos toca vivir otro momento de la historia. Ya no estamos en la urgencia de crear estados nacionales, sino en considerar la unidad de pueblos y países por encima de los egoísmos de manera de hacer frente a los peligros globales que nos acechan. Unidad para combatir las agresiones y las guerras de conquista. Unidad para hacer frente al cambio climático. Unidad para defender la democracia de los crecientes autoritarismos y populismos. Unidad para impulsar una mayor igualdad y justicia y defender a los más vulnerables y oprimidos. Unidad para oponernos a los dogmas ideológicos, políticos, económicos o religiosos tras los cuales se canalizan proyectos de dominación del ser humano y su conciencia. Unidad para defender a escala global la Declaración de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, como una guía fundamental para la convivencia.
Esto y solo esto es lo que nos permitirá plantearnos una proyección y un destino como Humanidad. Garibaldi ya nos lo decía: “hay que dejar de lado las pasiones … y en conocimiento de la alta misión que {se} nos ha confiado, cumplir en crear la unidad moral … ”.
II) La Libertad, también fue un valor encarnado vivamente por Garibaldi. El lo dijo de esta manera: “ … es deber de todo hombre libre luchar por la libertad, en cualquier lugar en que haya tiranía, sin distinción de tierra ni de pueblo, porque la libertad es patrimonio de la humanidad”.
Y qué bueno señalar esto cuando actualmente hay pueblos que sufren defendiendo su libertad!!! La lucha por la libertad tiene sus riesgos, pero es necesaria para conseguir la dignidad de los pueblos.
Este aspecto esencialmente libertario que vemos en Garibaldi, no es un arrebato romántico, sino que es propia de una concepción republicana profunda, que Garibaldi sostuvo durante toda su vida y fue guía de su conducta cívica y orientador de sus combates. Ideales republicanos que tienen unos componentes valóricos básicos sin los cuales no podría existir un régimen político republicano.
Por un lado una concepción “anti-tiránica”, contraria a toda dominación. Es decir, la reivindicación de la libertad como esencia común a toda idea del republicanismo; y además la persistente defensa de ciertos valores cívicos, indispensables justamente para lograr la libertad deseada.
Y esos valores esenciales que el republicanismo exalta, y que Garibaldi compartió integralmente, sin dudas son: la igualdad, la simplicidad, la prudencia, la honestidad, la benevolencia, así como la frugalidad, el patriotismo, la integridad, la sobriedad, la abnegación, la laboriosidad, el amor a la justicia, la generosidad, la nobleza, el coraje, el activismo cívico, la solidaridad, y de una manera genérica, abarcativa de la virtud republicana más auténtica, el compromiso con la suerte de los demás.
Entonces, cuando hablamos del republicanismo, estamos hablando de algo más que una teoría; estamos haciendo una referencia a un estilo de vida particular que debiera ser la de un ciudadano virtuoso, al servicio de su comunidad. Y de una propuesta de organización social, donde la idea básica es la independencia, autonomía y soberanía del ciudadano. Por ello, una consecuencia es que no todo lo que se llama hoy “república” resiste el examen republicano del pensamiento garibaldino.
III) Otro aspecto absolutamente actual de Garibaldi es el cosmopolitismo. Garibaldi luchó por su Italia. Pero, para él las fronteras no eran físicas, sino valóricas. Luchar por la libertad para él no tenía fronteras. Y él era un ciudadano del mundo, con los valores del Humanismo que coloca al ser humano como el centro de toda cosa, de toda reflexión, de toda iniciativa. Estos son valores que nos impulsan a ir hacia los otros, ir al encuentro de los otros.
Hoy cuando el mundo deviene una inquietante “aldea planetaria”, con sus atrocidades, sus egoísmos, las persistentes desigualdades, la prepotencia de los hegemonismos y el chantaje de los terroristas, la violencia y las agresiones, la explotación del otro, verificada cruelmente en la esclavitud de los niños y la opresión de la mujer, trabajar por el cosmopolitismo de las ideas, del pensamiento, de los seres y de las culturas representa el porvenir, y es el solo medio de conocerse, y de crear las condiciones para vivir juntos a escala planetaria, con fraternidad, con justicia, con dignidad. Y en esto también Garibaldi nos inspira hacia este gran desafío, que es construir los valores de un encuentro a escala planetaria que permita echar las bases para construir la civilización humanista del futuro.
IV) Otro de los valores de Garibaldi, absolutamente actual, es el que se refiere a la sensibilidad social. Garibaldi no solo luchó por el derecho de las naciones. Luchó también por el derecho de los esclavos, los explotados, los oprimidos de toda clases, los desheredados de todo. Luchó por la igualdad de hombres y mujeres. Hoy ésta debe seguir siendo una conducta y un valor fundamental: el servir a los demás pasa, sin dudas, por desarrollar la solidaridad hacia los sectores más débiles de una sociedad, aquellos que no pueden recurrir a nadie, aquellos que se encuentran agobiados por la soledad, la pobreza, el desinterés, y en particular, los niños y los ancianos. Debemos impregnar nuestras mentes y nuestros corazones de que una sociedad será tan fuerte, como el más débil de sus integrantes, para entender de esta manera, que una sociedad bien organizada no puede ignorar a quienes sufren, están marginalizados, sufren la violencia o son explotados.
V) Y por último, señalar que Garibaldi celebró la toma de Roma y la caída del poder temporal de la iglesia, no por que fuera anticlerical, como se dice a veces, de manera liviana. Garibaldi sostenía que la separación de la iglesia y el Estado era un elemento fundamental del progreso social, pues en su concepción, el Estado no debe tener ni religión ni ideología política “oficial”, ni representar ninguna tendencia en ese sentido. El Estado debe ser laico, es decir, poseer una neutralidad en materia ideológica o religiosa que le permita ser una garantía para todos, sean creyentes o no en esas ideas, pues el estado ve ciudadanos soberanos y no adherentes a tal o cual idea o creencia.
Y hoy cuando vemos tantos lugares donde no existe la separación entre lo religioso o ideológico y los Estados, y los ciudadanos deben sufrir en carne propia las arbitrariedades del poder político en nombre de un dogma religioso o ideológico, no podemos más que admirar el temprano pensamiento garibaldino al respecto.
Como podemos apreciar, Garibaldi, su pensamiento y sus valores, tienen una real vigencia; y es entonces y bien, una fuente de inspiración para ayudarnos a encontrar una orientación, una perspectiva, enfocada a los problemas a que nos vemos enfrentados en la actualidad. Naturalmente, estamos hablando de una fuente de inspiración. Pero, ¡que formidable fuente de inspiración podemos tener a nuestro alcance!
Garibaldi fue promotor de ideales fuertes en su país y en el mundo, ideales de democracia, ideales republicanos. Hoy necesitamos de su ejemplo de combatiente para luchar por el Humanismo, la libertad, la unidad de los pueblos, la sensibilidad social, el cosmopolitismo y por la paz.
Este 20 de setiembre, una vez más, los librepensadores damos nuestro mensaje: ¡¡¡Que viva por siempre Giuseppe Garibaldi, ciudadano del mundo!!!
Elbio Laxalte Terra, Portavoz de la AILP