17 de febrero de 2018
Vivimos una época de cambio, con innovaciones que transforman completamente distintos ámbitos: drones, apps, inteligencia artificial, robots, internet de las cosas (electrodomésticos, automóviles, etc.), redes sociales electrónicas, entre otras. Cambian la economía, la política, la organización de las sociedades, el mundo del trabajo, la educación, las relaciones internacionales, las formas de ejercer la ciudadanía.
Lo que no cambia su esencia y por el contrario resurgen, son los fanatismos religiosos entre otros, cómo los que llevaron a Giordano Bruno a la hoguera un 17 de Febrero cómo hoy hace 418 años, de la mano de la intolerancia de la iglesia católica y la inquisición, por sostener el conocimiento científico y la razón, que imbuían su anti-dogmatismo sin resignar su profunda espiritualidad.
En él nuestro homenaje a todos los perseguidos por ser librepensadores y humanistas, especialmente a los que forjaron en nuestro país, la República y el Estado Laico, cuyo ejemplo no debe ser un monumento de bronce ni un cuadro en un muro, sino acción viva cotidiana, como la que construyó la secularización del Estado, su neutralidad en materia religiosa que garantiza desde hace 100 años la libertad de cultos y de conciencia a todos los ciudadanos, sin intromisión de las religiones en los asuntos del Estado, ni sosteniendo éste de ninguna manera a ninguna de aquellas, sin preferencias estatales por ninguna corriente sobre otra.
Los adversarios de la Laicidad en el presente, han adoptado múltiples estrategias y formas, sea desconociendo lisa y llanamente el ordenamiento jurídico vigente, caso del lamentable mensaje del Comandante en Jefe del Ejército Nacional a sus subalternos en el mes de Diciembre pasado, anteponiendo sus convicciones personales religiosas, a la de representante de una Institución del Estado Laico de la República Oriental del Uruguay, o sea abriéndole las puertas al protagonismo de representantes de alguna religión, más preocupados por recuperar espacios de poder como si fueran un actor político más de la sociedad pero sin renunciar a los privilegios económicos de la exoneración entre otras, de impuestos de sus templos, que es lo que permite que puedan con total libertad todos los ciudadanos, practicar si lo desean, la religión de su preferencia.
La Laicidad frontera del antidogmatismo, que garantiza la Libertad de Pensamiento, de Expresión y de Conciencia de todos los ciudadanos en el marco del ordenamiento jurídico, es una conquista que es nuestro deber proteger. Veamos por un momento el triste panorama que se nos presenta en tantas latitudes, dónde se asesina a miles de indefensos, promoviendo el fanatismo y el odio ‘’del otro’’ por pensar y/o ser distinto.
Cuando la hoguera ha sido sustituida por la indiferencia y el ninguneo, por la mentira y la difamación, por la ignorancia y el no te metas, no te involucres, los libres pensadores y humanistas continuamos y continuaremos incólumes cómo Giordano Bruno, defendiendo los valores republicanos, promoviendo ciudadanía activa integrada, ocupada en las cuestiones de la República democrática, social y laica.
Raúl Bula